9.11.2009

Pasión. Eso es lo que siento.


Llegué, avente mi bolso sobre la cama, me senté y desate las agujetas de mis converse color crema –esos que son del diario- inicie sesión en el MSN y ahí estaba él, como siempre.

Estas últimas semanas me ha gustado mucho el jazz, así tengo mis épocas. Siempre me ha gustado eso de mí. Pero, con esto, me dan muchísimas ganas de bailar, ahahahaha el único problema es que no sé bailar nada, pero en serio, nada. Creo que tengo la gracia de tabla.
Bueno pero, de eso no quiero hablar. Hoy, me siento feliz, emocionada por lo que me han dicho Lisette y Montoya.
Como sea, seguiré esperando.

Una explosión de adrenalina, cinco segundos, eso es todo y lo amo. Amo toparme con él, de frente, verlo y no decir nada.

Desperté con la emoción a flor de piel, solo quería que llegara la hora de verte, solo eso.

Es curioso, duermo y despierto contigo y aun así sigo sin conocerte, ninguno de los dos sabe quién es el otro. Somos extraños.

Te vi. Yo, mirando por la ventana, espiando y tú, ahí, como todos los días.

Pensar que me toparía contigo, que te vería y me verías. Estar frente a ti me ponía nerviosa, me hacía temblar. Me gusto la sensación. Hermosa en su rareza.
Llego la hora. Grite. Temblaba -es algo que nunca puedo controlar- y camine hacia ti, hacia aquel encuentro, me tope con tus ojos y no pude hacer otra cosa más que sonreír, ruborizarme tal vez –no lo dudo-, y decir “Hola”.

Me siento cada día mas extraña, atraída por ti, por esa aura negra que desde el principio me atrapo, que desde el inicio me trago. Lo logro.
No sé de qué manera describirlo, plasmarlo, gritarlo, decirlo.
Creo que esas “miles de millones de partículas” tuyas, que se supone vuelan conmigo, comienzan a quemar.
Y es cierto: Duele.

Mis palabras ya no fluyen, se han quedado atrapadas en mí, en mi cabeza y no creo que vuelvan a salir. Solo duran un instante. Son como fantasmas que me persiguen y no se dejan atrapar, no me dejan.
Los odios.

Hace tres días ya que tengo este peso en mi interior, aun no logro liberarlo, quizá cuando llegue la hora de –al fin- gritártelo. Ojalá sea verdad.


-¿Cómo lo descubro, cómo lo descubro?

-Es más que obvio.

-…


Pasión. Eso es lo que siento.




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