7.12.2010

Cuatro de julio de dos mil diez.


Me fui de vacaciones estando de vacaciones. Fuimos a Manzanillo.
Los días con mi madre habían estado pasando lento y ese viaje a la playa era justo lo que necesitaba. Lo había estado esperando por casi 8 años. La verdad es que no era algo que me matara de deseo por eso del calor y el sol quemante pero ir con mis hermanos es otra cosa.
El camino hacía Manzanillo me puso melancólica. El día estaba nublado y lluvioso y por ambos lados no se veía más que el bosque, no era muy alegre y el disco de Elefante que había puesto el esposo de mi madre tampoco ayudaba a mejorar la situación.
El nombre para qué lo digo.
El mismo nombre está cansado de repetirse con tanta insistencia y mientras más se repite más lo extraño.
Sentí como si mis ojos fueran a llorar mientras mi garganta se cerraba y ponía dura, fue horrible. No sé por qué aun lo extraño.

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El bosque estaba lleno de fantasmas, recuerdos y lágrimas guardadas.



Pronto será agosto.

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