-...y sigues en mi cabeza? -te vuelvo a preguntar- ¿Porque no te decides de una vez a salir ya de ahí?; déjame ver mi reflejo solo en el espejo, aléjate, quiero dormir.
Tú me miras –evitando mirar directamente mis ojos en la cercanía- te sonríes- ¿Es para ti o sonríes conmigo? Aun no logro comprender.
Te quedas de pie, aléjate, déjame pensar en otra cosa, lo que sea, cualquier otra que no seas tu, dentro de mi cabeza.
Al fin esta oscuro, podre dormir. Hoy no pensé. Vuelvo a ser normal y mientras dormito me despierta algo extraño, un sonido. Tu voz.
-Has vuelto.
Yo, asustada, pero con ojos de niña y tu, ya no dices mas, aquel susurro con el que me despertaste ahí se ha quedado, en el eterno silencio.
-No puedo, no puedo. Perdón. –Me refugio aquí, detrás de todo. Es el único modo en que te puedo tocar. Esa aura negra logra ser mía aunque sea un instante, un momento, un segundo. Y ya. Ya se fue.
Esa silueta tuya que jamás me deja en paz –aléjate- repito, pero sigues junto a mi, ahí, parado conmigo frente al espejo.
-¿Tengo razón?, no.
Y aun así de un modo invisible, imperceptible, solo para tus ojos, ahí estoy yo, entregándote todo.
Todo.
-Ojala despertaras, me vieras.
Trato de sonreír pero, no me creo.
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